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Muy buenos días queridas y queridos teamers
No sabéis la ilusión que me hace escribiros para celebrar juntos este Año Nuevo Etíope, este Enkutatash 2018 que arranca el 11 de septiembre. Sí, en Etiopía empezamos hoy el año 2018.
Esto no es solo un cambio de año, es la excusa perfecta para deciros cuánto os quiero y lo agradecido que estoy por teneros en mi vida.
Vosotros no sois solo amigos, sois mi hogar.
En este Enkutatash, con sus flores de adey abeba y esa energía de nuevos comienzos, quiero desearos que este año esté cargado de cosas buenas: que vuestros sueños se hagan realidad, que la salud os acompañe siempre y que la alegría os desborde como si fuera una fiesta sin fin.
Que este 2018 etíope sea un capítulo brutal para vosotros, lleno de aventuras, amor y momentos que os saquen una sonrisa enorme.
Os quiero con toda mi alma, y mi mayor deseo es que este año nos traiga más risas, más instantes para seguir construyendo esta familia tan increíble que formamos. ¡Melkam Yelidet Beaal!
Con todo el cariño del mundo,
PD: Y cómo no podía ser de otra manera, la felicitación de este año va dedicada a nuestra querida Hanna, que nos acompaña desde el cielo
መልካም አዲስ ዓመት – Bara Haraaya Gamachu Happy New Year!! https://cooperacioambalegria.co/melkam-addis-amet-feliz-ano-nuevo-etiopia/
Un abrazo bien fuerte
Iñaki Alegría
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3 commentaires
Muy buenos días queridas y queridos Teamers,
os pido perdón por compartiros hoy una triste noticia...
En Memoria de Hanna...
Oración de luz en memoria de Hanna
Hace ya varios días que Hanna nos dejó,
y hasta hoy no he tenido las fuerzas para recomponerme.
Hoy quiero levantar mi voz y mi corazón,
y dedicar esta oración a ti, Hanna.
Señor de la Vida,
Tú sabes cuánto hemos amado a Hanna
y cuánto he intentado dar por ella.
Pero hoy reconozco que fue ella quien me dio mucho más:
me enseñó a arrodillarme,
a luchar contra la adversidad
y a buscar siempre la luz.
Porque una sonrisa —la suya—
puede iluminar cualquier oscuridad,
y es en la oscuridad cuando más necesaria es la luz.
Gracias, Señor, por el don de Hanna.
Gracias por todos estos años junto a ella.
Gracias por las lecciones que nos dejó con su vida pequeña y grande a la vez.
Hoy todavía no entendemos
por qué una persona tan bondadosa nos abandona en la infancia.
Hoy solo Tú, Dios bueno y misterioso, lo sabes.
Por eso confiamos en Ti.
Recíbela en tu Reino,
donde no hay lágrimas ni dolor,
donde brilla la luz que no se apaga.
Y a nosotros, que seguimos caminando,
danos la gracia de llevarla siempre en el recuerdo,
como semilla de esperanza y de amor.
Amén.
Si nos arrodillásemos más
Ho sento!!! Una abraçada
Feliz vuelo, Hanna! Un abrazo grande para todas aquellas personas que han disfrutado de tu luz y amor.
Querido Iñaki,
Tu dolor, también ha tocado mi corazón.
Rezo contigo, porque su alma transcienda hacia la luz. Y desde esa luz, ilumine las sombras de todos nosotros.
Si nos arrodillásemos más... Gracias infinitas por tu labor.
Amor y Luz.
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Muy buenos días queridas y queridos teamers!!
Hay historias que cambian vidas. Y tú eres parte de esta. ❤️
A miles de kilómetros, en Etiopía, tu ayuda se ha transformado en un milagro tangible. En medio del dolor y la escasez, hemos conseguido algo increíble juntos. Y queremos que sientas el impacto de tu generosidad.
Devolvimos el aliento. ️ ¿Te imaginas la angustia de ver a un hijo luchar por cada bocanada de aire? Para niñas como Meseret y Biftu, la neumonía no es solo un diagnóstico, es una batalla por la vida. Gracias a ti, el oxígeno ha llegado a sus pulmones. Hemos pasado de tener que racionar este tesoro a poder decir: «Respira, pequeño, respira hondo. Estamos aquí contigo».
Ganamos la carrera contra el tiempo. ⏱️ Conocimos a Mulu. Su cuerpo, tenso como un arco por la meningitis, ardía en fiebre. Parecía que su historia terminaba. Pero tu apoyo nos dio el arma que necesitábamos: antibióticos a tiempo. Días después, Mulu no solo estaba viva, ¡estaba corriendo por el hospital! Su risa es el sonido de nuestra victoria compartida. Una vida salvada. Una familia que no se rompió.
Nos convertimos en refugio contra el hambre. ️ La sequía y la crisis están dejando un rastro de desolación. Cada 48 segundos, el hambre se cobra una vida. Pero ante esta terrible cuenta atrás, no nos quedamos de brazos cruzados. Tu ayuda nos ha permitido repartir suplementos nutricionales que son mucho más que comida: son la promesa de un mañana para miles de niños al borde de la desnutrición.
Aplaudimos a los verdaderos héroes. ⚕️⚕️ Todo esto es posible gracias al increíble personal sanitario de Etiopía. Trabajan con casi nada, pero su ingenio y su amor no tienen límites. Son héroes invisibles que luchan en una epidemia silenciada. Tu apoyo es también un aplauso para ellos, un mensaje que les dice: «No estáis solos. Os vemos. Os admiramos».
Levanta la mirada por un segundo. Mientras lees esto, un niño en el Hospital de Gambo está respirando mejor, un tratamiento está haciendo efecto, una madre recupera la esperanza.
El viaje de Mulu es la prueba de que juntos hacemos milagros. Pero la batalla no ha terminado. La necesidad sigue siendo inmensa y cada día llegan nuevos niños luchando por su vida.
Por eso, te pedimos que sigas a nuestro lado. La historia de Mulu puede ser la de muchos otros. Tu ayuda, por pequeña que sea, es el motor que nos permite continuar esta misión. Es el oxígeno, el antibiótico y el alimento que escribirán el próximo final feliz.
Sigamos haciéndolo posible, juntos. ✨
Gracias
gracias
gracias
Un fuerte abrazo
Iñaki Alegría
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Muy buenos días queridas y queridos Teamers!!
El Hospital de Gambo se ha convertido en un faro de esperanza para toda la región. Cada día recibe a más de 300 personas, aunque en realidad fue diseñado para atender a menos de un tercio de esa cifra. Esto significa que, actualmente, el hospital funciona por encima del 300 % de su capacidad.
A pesar de esta saturación, en Gambo no se cierra la puerta a nadie. Al contrario: los pasillos, las salas y hasta los patios se llenan de pacientes que buscan una oportunidad para vivir. La mayoría son niños menores de 5 años, muchos de ellos con enfermedades graves como neumonía, sarampión, malaria, meningitis, tuberculosis o desnutrición severa. Niños que llegan en brazos de sus madres después de caminar durante horas o incluso días, atravesando caminos difíciles, con la única esperanza de que en Gambo alguien pueda salvarlos.
El personal sanitario trabaja sin descanso, multiplicando los recursos que son siempre demasiado escasos. Se improvisan camas donde ya no caben más, se reutilizan espacios para poder atender a un niño más, se comparte lo poco que hay para que nadie quede fuera. Y detrás de cada atención, de cada vida salvada, está también vuestra solidaridad.
Porque gracias a vuestro apoyo, a vuestra confianza y constancia, el hospital puede seguir funcionando pese a las dificultades extremas.
Cada euro que llega significa medicamentos, alimentos terapéuticos, oxígeno o formación para los profesionales locales. Significa transformar la sobrecarga en cuidado, la escasez en vida, la desesperación en esperanza.
Gracias, gracias gracias de todo corazón por vuestro apoyo!
Un abrazo bien fuerte
Iñaki Alegría
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Muy buenos días queridas y queridos Teamers!
La estrategia con la que estamos reduciendo la mortalidad infantil en Etiopía (y no es construir más hospitales)
En el debate sobre la cooperación en salud global, a menudo nos centramos en la infraestructura. Sin embargo, la evidencia en zonas rurales de Etiopía demuestra que la inversión más efectiva y sostenible es en capital humano.
La clave es un concepto simple pero revolucionario: formar a la propia comunidad para que pueda salvarse a sí misma.
Hemos comprobado cómo la capacitación de agentes de salud locales se convierte en un verdadero «superpoder» con un ROI (Retorno de la Inversión) incalculable en vidas humanas.
Empoderamiento local: Alima, agente de salud, confirma: «Hemos aprendido a identificar síntomas temprano y dar los primeros tratamientos. Hemos salvado vidas aquí mismo». Esto reduce la dependencia de centros lejanos y crea resiliencia.
Impacto medible: Fatuma, enfermera rural, aplicó su formación para salvar a un bebé con insuficiencia respiratoria. Este es un testimonio directo de la reducción de la mortalidad infantil gracias a la intervención temprana.
Sostenibilidad a largo plazo: El conocimiento no se agota. Cada persona formada se convierte en un multiplicador, educando a su comunidad en prevención, higiene y vacunación, como lo hace Ababa, líder comunitaria.
Nuestra filosofía es clara: «Hay algo mejor que salvar vidas: enseñar a salvarlas».
Este modelo demuestra que empoderar para cuidar es la estrategia más eficiente. Es una inversión directa en esperanza y futuro.
Si tu organización o tú creéis en soluciones sostenibles que generan un impacto real, os invito a apoyar este proyecto.
Apoya la formación de más agentes de salud aquí:
https://www.migranodearena.org/reto/ayudanos-a-dar-superpoderes-a-las-agentes-de-salud-comunitaria-rurales-en-etiopia
https://www.teaming.net/superpoderes
#SaludGlobal #Sostenibilidad #CooperacionInternacional #RSE #ImpactoSocial #Etiopia #Liderazgo #Formacion
Gracias gracias gracias
Un abrazo directo al corazón
Iñaki Alegría
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Muy buenos días queridas y queridos Teamers!!!
Gracias gracias gracias!
La sinfonía de Gambo: un poema de vida
Sobrecogedora. Deslumbrante. Alumbrante. Impactante. Inolvidable. Gambo es, en esencia, su propia poesía. Una experiencia que redefine la vida en todas sus facetas: la médica, la personal y la espiritual. Aquí, la vida y la muerte no compiten, sino que entrelazan sus brazos en una danza única de coraje y compasión.
Llegué a este lugar con el objetivo de salvar vidas, pero Gambo me enseñó que la entrega exigía un sacrificio mayor. En medio de epidemias y privaciones, mi misión evolucionó: ya no se trataba solo de sanar, sino de sembrar el conocimiento para que otros pudieran hacerlo.
Mi lucha no ha sido en vano, porque el verdadero legado no reside en mis logros, sino en el equipo que ahora toma el control de su propio destino. He visto cómo se han convertido en una fuerza imparable, en la esperanza de su gente. Ellos son la prueba de que el poder de sanar ya les pertenece.
Al mirar atrás, entiendo que mi papel no fue el de protagonista, sino el de catalizador. Juntos construimos más que un hospital; erigimos un faro de vida que persistirá. La paz no la encuentro en lo que yo hice, sino en la certeza de todo lo que ellos seguirán haciendo.
Un abrazo bien fuerte
Iñaki Alegría
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Muy buenos días queridas y queridos Teamers!
cómo estáis?
“Nosotras no vamos a dejar que se apague su vida por no comer”
“Cuando llegó, Talile no lloraba. Y eso nos dolió más que cualquier grito.”
La trajeron en brazos, envuelta en un trozo de tela. Tenía tres años, pero pesaba como un bebé. No podía sentarse. No podía hablar. No podía comer. No tenía fuerzas ni para llorar. Su pequeño cuerpo estaba ahorrando energía todo lo posible para concentrarse en latir y respirar. Llevaba días, semanas y meses comiendo demasiado poco...
Sus ojitos estaban abiertos… pero no veían. Su cuerpo era apenas un susurro de vida. Y su madre, con la mirada rota, solo nos decía:
“Ayudadnos por favor.... No quiero perderla también a ella.”
De noche y de día, no la dejamos sola.
La ingresamos en en la unidad especializada de estabilización nutricional del Hospital de Gambo.
Nos turnamos el personal sanitario para ofrecer a Talile y las otras 34 niñas como ella ingresadas con desnutrición aguda severa.
Les tomamos la temperatura y constantes vitales, les preparamos y ofrecemos cada 3 horas la Leche F75 especial para la fase crítica de la desnutrición aguda severa.
Sabemos que no solo se trata de medicamentos ni comida. Es el calor de una manta. Es una canción en voz baja. Es la mirada que no juzga, que sostiene. Eso también cura.
Y un día… Talile nos miró y sonrió.
Luego pidió comida. Se sentó sola. Y hasta quiso jugar.
Ganó peso. Y también ganó algo que en Gambo es más valioso: las ganas de vivir.
Cada turno, cada noche en vela, cada gota de F-75 administrada … tiene sentido cuando una niña vuelve a reír.
Talile salió de la unidad caminando. Su madre lloraba, esta vez de alegría. Nosotras también. Porque no salvamos solo una vida. Salvamos una historia, una infancia, un mañana.
Muchas gracias de todo corazón por apoyarnos.
Ayúdanos a conseguir más teamers:
https://www.teaming.net/alegria
Un abrazo bien fuerte
Iñaki Alegría
Me emociona ver el impacto real que logramos con nuestra pequeña aportación. ¡Es increíble saber que ayudamos a cambiar vidas!
Imaginemos hasta dónde podríamos llegar si cada uno de nosotros consiguiera que una sola persona más se uniera. La esperanza se multiplicaría.
¡Vamos a por nuestro teamer!
Muchas gracias de corazón por tus palabras y por tu apoyo María del Mar!!! Todo mi apoyo y admiración por tu causa y tu grupo!
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Muy buenos días queridas y queridos Teamers con Alegría!
Hoy os comparto una historia llena de esperanza.
Deseo que os emocione como a mí.
"Ballet de la Esperanza: El Renacer de Kalid en la Penumbra del Quirófano"
«La salud no es lo único, pero cualquier cosa sin salud es nada».
Mahler
En la penumbra del quirófano, donde las sombras bailan al compás de la urgencia, la vida y la muerte entrelazan sus destinos.
"¡Doctor, corra, corra!", resuena el llamado urgente, un eco de desesperación que despierta mis sentidos. Salgo presuroso, adentrándome en la sinfonía de angustia que emana de la habitación contigua.
Allí, entre murmullos de dolor, descubro a una mujer inmersa en el torbellino carmesí de un parto desgarrador. Damitu, la joven enfermera, despliega su destreza con un fetoscopio, ese instrumento que se convierte en la batuta de la vida. Pum, pum, pum... el latido del niño, un eco frágil que contrasta con la solemnidad de la situación. Un río marronáceo teñido de sufrimiento irrumpe, anunciando el quiebre de aguas.
No hay tiempo para titubeos. La cesárea se convierte en un acto de rescate, una danza quirúrgica que busca arrancar al pequeño de las garras de la muerte que acecha incluso antes de su primer aliento. La sala de operaciones se convierte en un escenario donde la vida lucha contra las sombras.
Tigist, la anestesista, se viste con guantes como armadura y despliega su arte en la espalda de la madre, aliviando su dolor. El cirujano, vestido de verde esperanza, ejecuta incisiones precisas, revelando el útero como un sagrado santuario de vida. La escena se torna una poesía visual, una sinfonía de manos expertas danzando entre la fragilidad y la esperanza.
En el silencio que sigue, mi corazón late desbocado, sintiendo el peso de la incertidumbre. Un cuerpo azul, como el cielo antes del amanecer, se materializa en el mundo. Pinzamos el cordón umbilical, esperando el llanto que se demora. El tiempo se estira, un segundo se convierte en una eternidad suspendida en el abismo.
Tomamos al pequeño, un ser sin vida en apariencia, y lo depositamos en la cuna de resurrección. En ese momento, la ciencia se entrelaza con lo divino, y la comadrona, Damitu, se convierte en la tejedora de destinos. 1, 2, 3, 4 y 5. Cada compresión es un latido de esperanza, una plegaria silenciosa por la resurrección. El cuerpo responde, y el llanto, ese canto celestial, llena la sala.
En la báscula, la vida se mide en 900 gramos de pura tenacidad, un alma que desafía la oscuridad. Este pequeño guerrero, llamado Kalid, ha vencido a la muerte antes de conocer la plenitud de la vida. En Etiopía, donde primero se sobrevive y luego se vive, el personal sanitario se convierte en artífice de milagros, desafiando las adversidades con conocimiento y dedicación.
En este día D, donde la muerte amenaza con su sombra, también hay un día D de resurrección. Kalid, envuelto en la determinación de un equipo excepcional, ha desafiado las predicciones sombrías y ha tejido un nuevo capítulo en el libro de la vida. Hoy, en Etiopía, nacer es un acto más seguro, un paso hacia un mañana donde la esperanza florece.
En la penumbra del quirófano, donde la vida baila con la muerte, el personal de Gambo ha erigido un monumento a la excelencia.
Hoy, la vida ha triunfado, y en cada latido de Kalid, resonará la victoria sobre la oscuridad. Enhorabuena, héroes anónimos de la esperanza, por regalarle al mundo un renacimiento.
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Muy buenos días queridas y queridos teamers!
Os traigo una historia un testimonio que nos llena de alegría y esperanza.
Volver a nacer
Testimonio de Selam, madre de Gambo y ahora agente de salud comunitaria
“Aquella noche parecía una sentencia. Las contracciones comenzaron con fuerza y supe que no llegaría a tiempo al hospital. No había luz, las mulas estaban lejos, y mi marido y yo tomamos una decisión: daría a luz en el centro de salud del pueblo. Era mi tercer parto, pero esta vez todo era distinto. La niña no lloraba. La saqué de mi cuerpo con un grito de dolor, pero ella… ella no respiraba. Estaba quieta. Silenciosa. Sin vida.”
Recuerdo mi llanto desgarrado, la desesperación de mi marido, el miedo en los ojos de mi madre. Allí, dos matronas salieron corriendo. No tenían nada más que sus manos, sus conocimientos, y su determinación. Habían sido formadas por Alegría Sin Fronteras, y aplicaron todo lo aprendido. Se arrodillaron en el suelo y lucharon por mi hija. Yo me arrodillé con ellas.”
No sé cuántos segundos pasaron, pero de pronto escuché un sonido que jamás olvidaré: un gemido suave, luego un llanto. Mi hija estaba viva. Le pusimos por nombre Hiwot, que significa ‘vida’. Pero nuestra historia no terminó ahí. Nació con bajo peso, prematura, frágil.
Nos derivaron al Hospital Rural de Gambo, donde nos acogieron como si fuésemos parte de una gran familia. El personal no solo la cuidó con profesionalidad, sino con una ternura que me sostuvo cuando mis piernas no podían más.
En la Unidad Neonatal vi a mi hija despertar poco a poco al mundo.
Me enseñaron el método canguro, a alimentarla con una jeringa, a mirarla a los ojos para decirle:
‘estás aquí, y lucharemos juntas’. En esos días oscuros, encontré también mi luz.
Una enfermera me dijo:
‘Tú también puedes salvar vidas, como hiciste con tu hija. Te formaremos’. Así comencé un nuevo camino.”
Hoy soy agente de salud comunitaria.
Voy casa por casa enseñando a otras madres a reconocer los signos de peligro en el embarazo, a acudir al centro de salud, a no tener miedo de hablar, de pedir ayuda, de soñar con un futuro para sus hijos. Cada vez que tomo el brazo de un niño para medir su perímetro braquial, pienso en Hiwot. Ella es mi fuerza, mi maestra silenciosa.”
Gracias a Alegría Sin Fronteras, no solo mi hija volvió a la vida. Yo también. Me rescataron de la resignación, del silencio. Me convirtieron en una mujer empoderada, en una madre valiente, en una heroína cotidiana de mi comunidad. Ahora sé que dar vida no debe costar una vida. Y haré todo lo que esté en mis manos para que ninguna otra madre pase por lo que yo viví.
Porque Hiwot vive. Porque yo también. Y porque juntas, seguimos salvando vidas.”
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Muy buenos día queridas y queridos Teamers
hoy he recibido un correo que me ha conmovido, me ha llenado de Alegría y que con el permiso de su autora y por su voluntad os comparto:
Carta abierta de una admiradora conmovida a Iñaki Alegría
Querido Iñaki,
No sé por dónde empezar, porque cuando las palabras nacen desde lo más hondo del corazón, a veces tiemblan antes de salir. Pero hay algo que no puedo seguir guardando: mi más profunda admiración por ti y por la vida que has decidido vivir, esa vida que no es otra cosa que un acto de amor constante hacia los demás.
Hace unos días terminé de leer Alegría en Etiopía. Lo abrí con curiosidad, y lo cerré con lágrimas. Porque ese libro no es solo un testimonio, es un latido. Es el pulso de un hospital en mitad del corazón de África, es el susurro de las noches sin sueño, el llanto contenido de un niño con fiebre, el canto silencioso de una esperanza que se niega a morir. Y es también el retrato sincero y valiente de un hombre que, lejos de rendirse, elige cada día seguir amando hasta el extremo.
En cada página me he encontrado contigo: exhausto, pero de pie. Dolido, pero firme. Lleno de dudas, pero rebosante de fe. He sentido tu presencia en cada urgencia, en cada nacimiento, en cada despedida. Porque tú no trabajas en un hospital. Tú vives en él. Tú eres el alma que hace posible que sus puertas permanezcan siempre abiertas, incluso cuando el mundo se cierra. Incluso cuando todo parece derrumbarse.
¿Cómo lo haces, Iñaki? ¿Cómo logras estar ahí, 24 horas al día, día y noche, sin más descanso que el amor? ¿Cómo puedes sostener tantas vidas cuando a veces parece que el mundo entero se olvida de ellas? La respuesta, lo sé, está en tu mirada, en tu entrega, en esa forma tan tuya de vivir la medicina como un acto de rebeldía contra la injusticia, como un gesto radical de ternura.
Lo que tú haces no se enseña en las universidades. No hay máster que prepare para abrazar a una madre que pierde a su hijo. No hay protocolo que indique cómo mantener la dignidad de un hospital en un lugar donde todo escasea, menos tú. Tú no escaseas. Tú te desbordas.
Leer Alegría en Etiopía ha sido entrar en tu vida, pero también en la vida de tantos niños y niñas que, gracias a ti, siguen respirando, siguen jugando, siguen soñando. Me has hecho viajar sin moverme del sitio. Me has hecho mirar hacia donde nunca había querido mirar del todo. Me has enseñado que no se trata de salvar el mundo, sino de no dejar que se apague el fuego del amor.
Tu historia me ha cambiado. Ya no puedo quedarme indiferente. Ya no puedo decir “no se puede hacer nada”. Tú haces. Haces mucho más de lo que imaginas. No solo salvas vidas. Nos salvas a quienes te leemos, nos sacudes del letargo, nos recuerdas que la humanidad aún tiene esperanza mientras existan personas como tú.
Gracias, Iñaki. Gracias por cada guardia sin relevo, por cada mirada que consuela, por cada vida que sostienes con manos cansadas pero firmes. Gracias por no rendirte. Por ser alegría en medio del dolor. Por ser luz en la oscuridad. Por ser médico, hermano, padre, amigo y ángel de la guarda de tantos.
Sigue adelante, aunque duela, aunque pese. No estás solo. Desde este otro lado del mundo, somos muchos los que caminamos contigo, los que creemos en ti, los que te seguimos y te admiramos con todo el corazón.
Conmovida, agradecida, y transformada por ti y por tu historia,
Una lectora que, gracias a ti, ha vuelto a creer en el poder del Amor.
A mi tambien me conmueve el comentario de esta mujer que supongo será Teamer tambien, me gustaria tener el libro para leer esta experiencia del Dr. Alegria. Como puedo conseguirlo?? me despido y aunque sea con tan poca ayuda como Teamer, es mi granito de arena a este proyecto.
Muy buenos días Eva
Muchas gracias por tus palabras y por escribirme! Aquí puedes conseguir el libro.
En el siguiente enlace:
https://www.amazon.es/Alegría-Etiopía-compasión-entusiasmo-Biografía/dp/8410682958?__mk_es_ES=ÅMÅŽÕÑ&crid=3TE16U3W8CQGC&dib=eyJ2IjoiMSJ9.Zly_V9WUzS-BU3TEBl3kE6SzZEjjVjXexkAun2YRQxcf9hIIr_UEaWiGC3onXoM5oGRlbqc4eJitGMu0tb5SOfkKYut9NM2fT3rgrlDtE9jj9U1FfwkBYJ3MNOvzV7rMyPn53j--PMYlMStD9EjgbLWmVcOh6jeENiJbyADn1tTkkHd0LiPPHWbM2IzRADxXn70DCH5hxUONTxx95fnyjWSKuEyr07nJSo4WvHsgZ5PI4UXa3rrRIa4X8MCNAwc3.z5vVRDxtQ38_W9RTxdL3maiTymZ8ECiVxZoE3d9A2jw&dib_tag=se&keywords=Alegría+en+Etiopía&qid=1729072769&sprefix=alegría+en+etiopía,aps,94&sr=8-1&linkCode=sl1&tag=letrame-21&linkId=adf341b1a0c28e54f49199280465a5db&language=es_ES&ref_=as_li_ss_tl
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Muy buenos días desde Etiopía queridas y queridos
Hoy, desde la zona rural, desde el pie de cama de las personas que atendemos cada día con toda pasión y entusiasmo, os quiero compartir una reflexión:
Si nos arrodillásemos más:
A veces, la lección más grande no está en los libros ni en los diagnósticos. Está en un gesto simple, en un movimiento que nos lleva del orgullo a la entrega, del poder al servicio: arrodillarse.
Me arrodillo porque quiero ver a los ojos a quien sufre, sin barreras, sin distancias. Porque no quiero hablar desde arriba ni imponer mi saber cómo una sentencia.
Me arrodillo porque el dolor se comprende mejor desde el suelo, desde donde yace el miedo, desde donde el mundo parece inmenso y la esperanza, pequeña.
He visto el milagro de la humildad.
He visto cómo una madre aferraba mi mano con fuerza cuando, en lugar de mirarla desde la distancia, me senté a su lado y compartí su angustia. He sentido la paz en los ojos de un niño que, tembloroso, dejó de llorar cuando mi rostro quedó al nivel del suyo, cuando entendió que estaba allí para cuidarlo, no para examinarlo.
Si nos arrodillásemos más, todo iría mejor.
No porque bajemos, sino porque elevamos al otro.
No porque perdamos, sino porque ganamos humanidad.
No porque renunciemos a nuestro conocimiento, sino porque lo ponemos al servicio de quienes más lo necesitan.
Me arrodillo porque quiero aprender de quienes sufren. Porque la medicina no se trata solo de salvar vidas, sino de honrarlas. Y porque solo cuando estamos al mismo nivel, podemos realmente escuchar su historia, entender su miedo, compartir su carga.
Que caiga el ego. Que suba la dignidad y el respeto. Que la medicina vuelva a ser lo que siempre debió ser: un acto de amor.
Me arrodillo porque la medicina no es una cima desde la que se observa a quien sufre, sino un camino que se recorre junto a él.
Me arrodillo porque el que padece no necesita que lo miren desde arriba, sino que lo escuchen desde cerca, que lo sostengan desde su propia altura.
He visto cómo un niño, con los ojos llenos de miedo, dejaba de temblar cuando me sentaba a su lado en el suelo. He sentido cómo una madre, agotada por la angustia, recuperaba la fuerza cuando comprendía que su dolor era compartido.
Arrodillarse es un acto de amor. Es decirle al otro: “Estoy aquí por ti y para ti”. Es reconocer que el verdadero centro de la medicina no es el médico, sino la persona que sufre.
Que caiga el ego, que se eleve la humanidad. Que la medicina vuelva a ser lo que siempre debió ser: un acto de amor al servicio de quien más lo necesita.
El paciente no debería ser un espectador de su propia enfermedad, sino el protagonista de su sanación.
El paciente dejaría de ser paciente. Dejaría de esperar, de soportar, de resignarse. Porque no está ahí para aguardar un diagnóstico, sino para ser escuchado, acompañado y atendido con el respeto que merece. La medicina no debe girar en torno a quien la ejerce, sino a quien la necesita.
Cuando me arrodillo junto a un niño enfermo, cuando tomo la mano de una madre desesperada, cuando miro a los ojos a quien sufre, la única pregunta que tiene sentido es: ¿Cómo te puedo servir?
Porque la medicina no es un poder, es una entrega. No es una ciencia fría, es un acto de amor. No es solo salvar vidas, es darles dignidad.
Que se caigan los muros de la indiferencia. Que se levante la humanidad. Que arrodillarse no sea un signo de debilidad, sino de grandeza. Porque solo quien se pone al servicio del otro, comprende el verdadero significado de la medicina.
Perder el miedo a arrodillarse es perder el miedo a servir. Es entender que no hay vergüenza en inclinarse ante quien sufre, sino grandeza. Es comprender que la verdadera fortaleza del médico no está en el conocimiento que acumula, sino en el amor con el que lo entrega.
Un abrazo bien fuerte
Iñaki
Hola Iñaki. La verdad es que cada vez que leo tus cartas me quedo tocado...porque cada vez que en la vida nos acercamos al dolor, nuestras entrañas tiemblan. y es que lo que nos cuentas llega directo al corazón.
Gracias por toda la pasión y todo el amor que derrochas. A veces me he preguntado si existe alguna manera de colaborar económicamente o de otra manera contigo...
Gracias de corazón y no te rindas, sigue adelante.
José luis
Muchas gracias de todo corazón por tus palabras José Luis! te las agradezco de corazón!
Un fuerte abrazo
Iñaki
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Muy buenos días queridas y queridos teamers
Hoy os comparto la historia de una mujer inspiradora, desde las tierras de Gambo.
Bilisuma ha cumplido su sueño
Desde niña, Bilisuma supo lo que significaba ser invisible, ser mirada con miedo y rechazo. No por algo que hizo, sino por algo que era: hija de padres con lepra.
Bilisuma vive en una humilde casa de adobe y paja en las afueras de Gambo. Desde que tiene memoria, cuida de su madre y de su padre, cuyas manos amputadas por la lepra no pueden sostener ni siquiera una cuchara. Tampoco pueden caminar, pero Bilisuma camina por ellos.
Antes de que el sol despierte, empieza su jornada. Con los pies descalzos, se adentra en el bosque en busca de leña. Luego, toma el bidón amarillo y camina hasta el pozo. El agua es pesada, pero Bilisuma no se queja. Una vez atendido su hogar, corre. Corre porque hay algo más fuerte que el cansancio, la tradición y el rechazo que ha rodeado siempre a su familia: su sueño de ser enfermera.
Descubrió su pasión el día que su madre enfermó gravemente y pasó meses ingresada en el Hospital de Gambo. Allí, vio la labor del director médico, Iñaki Alegría, quien trabajaba día y noche sin descanso, acompañándolas en silencio. Desde entonces, en la sala principal de su casa, sobre la pared de barro, hay una fotografía de Iñaki y su familia.
Hoy, gracias al apoyo del Grupo Teaming de Gambo, gracias a vuestro apoyo, Bilisuma estudia enfermería en la universidad con la bata blanca que Iñaki le regaló.
En este Día Internacional de la Mujer, celebramos a Bilisuma y a todas las mujeres que, como ella, rompen barreras invisibles.
Únete con 1€ al mes al Grupo Teaming de Gambo para que más mujeres como Bilisuma tengan la oportunidad de aprender y hacer realidad sus sueños.
Muchas gracias Fernando!!! Me alegro que te guste e inspire! realmente lo es!!!
Muchas gracias Viviana de corazón!! te lo agradezco mucho!!
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Muy buenos días queridas y queridos Teamers!!
os comparto un testimonio que nos anima y da esperanza para seguir trabajando, lo vale!!!
El miedo me paralizaba. Sentía que algo no iba bien. Era demasiado pronto para dar a luz. Las contracciones me sorprendieron en mitad de la noche, en mi pequeña casa de adobe. Apreté los dientes y recé.
Corrimos al centro de salud más cercano. Aquel lugar que, hasta hace poco, yo temía porque pensaba que las mujeres como yo solo podían dar a luz en casa. Pero esta vez era diferente. Había aprendido que allí, las matronas estaban preparadas. Allí, mi hija tendría una oportunidad.
El dolor aumentaba con cada minuto. Todo pasó muy rápido. Demasiado rápido.
Y entonces… el silencio.
Mi hija había nacido, pero no respiraba.
Mi cuerpo entero temblaba. La miré y mi corazón se detuvo.. Sus pequeños labios no emitían sonido. Era como si no estuviera allí. Como si la vida se le escapara sin haber empezado.
Una matrona gritó el nombre de su compañera. Otras dos se acercaron corriendo. Sabían qué hacer. No lo dudaron. Habían aprendido a luchar contra el silencio, a arrancar a los bebés de las garras de la muerte.
Comenzaron la reanimación.
Vi sus manos moverse con rapidez pero con una precisión absoluta. Le daban aire con una pequeña máscara, hablaban entre ellas con urgencia pero con seguridad. Yo no podía hacer nada. Solo observar, rezar, llorar.
"Vamos, pequeña, respira, respira…"
Un segundo.
Dos.
Tres.
Nada.
Mi cuerpo se rompió en mil pedazos. No podía soportarlo más. El tiempo se volvió espeso, la angustia me ahogaba. ¿Se me estaba yendo mi hija? ¿La había perdido?
Y entonces…
Un suspiro.
Un pequeño jadeo. Un sonido apenas audible, pero suficiente para hacer que la esperanza se abriera paso en mi pecho.
Otro suspiro.
Y de pronto, un llanto.
El sonido más hermoso que jamás había escuchado.
Mi hija había vuelto a la vida.
Las matronas se miraron unas a otras. Sonrieron. Sabían que lo habían logrado. Se giraron hacia mí y una de ellas, con lágrimas en los ojos, me dijo:
"Está con nosotros. Tu hija está viva."
Yo me desplomé en el suelo, incapaz de contener el llanto. La envolvieron con telas y la sostuvieron cerca de mi pecho. Pero su batalla aún no había terminado. Era demasiado pequeña, demasiado frágil. Necesitaba más cuidados.
Las matronas no perdieron tiempo. Sabían que en el Hospital de Gambo había una Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales, que allí podrían ayudarla. Prepararon su traslado con una rapidez impresionante.
Cuando llegamos al Hospital General de Gambo, el equipo médico ya nos estaba esperando. Colocaron a mi pequeña en una incubadora, le dieron calor, alimento, oxígeno. Cada segundo, cada aliento, era un milagro.
Gracias
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Un Camino de Vida Reflexiones y Gratitud desde el Corazón de Gambo
Queridos amigos y amigas,
Hoy no escribo solo con palabras, sino con el corazón abierto, dejando que cada latido se transforme en letra. Esta no es una carta más; es un suspiro hecho papel, un abrazo a la distancia para agradecerles, para compartir lo que ha marcado mi vida y, quizás, tocar un pedacito de la suya.
Te invito a leer la carta completa aquí:
https://cooperacioambalegria.co/un-camino-de-vida-reflexiones-y-gratitud-desde-el-corazon-de-gambo/
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Muy buenos días queridas y queridos Teamers
Hoy os comparto el testimonio de Amina;
Gracias por confiar en mí cuando ni siquiera yo creía en mí misma: El testimonio de Amina
El testimonio de Amina: Una matrona rural en Etiopía
Mi nombre es Amina, y soy matrona en Bata, una pequeña aldea en el sur de Etiopía, en la región de la Oromía. Si me hubieran dicho hace unos años que estaría salvando vidas, no lo habría creído. Pero aquí estoy, con mis manos temblorosas pero decididas, ayudando a traer al mundo a los hijos de mis hermanas y vecinas.
Mi historia es como la de muchas mujeres en mi aldea. Perdí a mi primera hija durante el parto. El dolor de aquella noche me marcó para siempre. La angustia de no poder hacer nada, de no tener a nadie que me ayudara, aún me persigue en los sueños. Pero esa pérdida, aunque dolorosa, encendió en mí un deseo profundo: que ninguna otra madre pasara por lo mismo.
Como dice mi maestro el Dr Iñaki Alegría: “Ninguna madre tiene que morir cuando da la vida.”
Cuando llegó a nuestra aldea la oportunidad de formarnos como matronas, no lo dudé. No fue fácil. Soy madre, esposa y campesina, y aprender algo tan importante como salvar vidas parecía un sueño imposible. Pero con cada lección, con cada práctica, sentí que estaba recuperando algo que había perdido: mi voz, mi fuerza, mi propósito.
Hoy puedo decir que estoy cumpliendo mi sueño. Cada vez que asisto a un parto, siento que estoy devolviendo algo a mi comunidad, algo que durante años nos fue negado: esperanza.
Recuerdo especialmente el parto de Liyat, una joven de 19 años que llegó al centro de salud con complicaciones graves. Su bebé venía de nalgas, y la familia ya había comenzado a llorar, pensando que no había esperanza. Pero gracias a lo que aprendí, pude ayudarla. Cuando su hijo finalmente nació y lo coloqué en su pecho, ambos lloramos. Me abrazó y me dijo: “Amina, has salvado nuestras vidas”.
En esos momentos, siento que todo vale la pena: las noches sin dormir, las caminatas largas para llegar a otras aldeas, el cansancio. Cada bebé que llora por primera vez es una nueva oportunidad, una prueba de que el futuro puede ser diferente.
Hoy, cuando las madres me llaman por mi nombre, no solo me reconocen como una vecina, sino como una matrona. Eso me llena de orgullo y gratitud. Sé que no estoy sola, que detrás de mi trabajo hay personas como el Dr. Iñaki Alegría y su equipo, que nos han dado las herramientas y el conocimiento para hacer este cambio.
Mi sueño es que más mujeres como yo puedan aprender, que las aldeas estén llenas de matronas que no solo asisten partos, sino que también enseñan y empoderan. Porque sé que juntas podemos construir un lugar donde cada madre y cada bebé tengan la oportunidad de vivir y crecer.
Yo soy Amina, soy matrona, y estoy aquí para quedarme. Porque sé que con mis manos puedo dar vida, esperanza y amor. Y no hay nada más grande que eso.
Y os quiero dar las gracias por creer en mí y por hacer que yo creyera que podía realizar mis sueños.
Gracias a todos hoy soy matrona, hoy mi trabajo da sentido a mi vida y da vida a mi pueblo.
Absolutamente emocionante y esperanzador. Un abrazo bien fuerte a Amina, Iñaki y todos los demás.
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Muy buenos días queridas y queridos teamers!
Me llena de alegria compartiros una historia de luz y esperanza:
El milagro de las matronas rurales en Etiopía
Cada vida que salvamos es un milagro. Pero más milagroso aún es ver cómo el conocimiento y el amor pueden transformar una realidad de desesperanza en un horizonte de esperanza. Este es el testimonio de un proyecto que late con fuerza en el corazón de Etiopía: la formación de matronas rurales.
Recuerdo con claridad el primer día que conocí a Fatuma. Era una joven de mirada tímida, pero con una determinación que llenaba la sala. Había perdido a su primera hija durante el parto, como tantas otras mujeres en su aldea. Pero en lugar de resignarse al dolor, decidió que esa tragedia no se repetiría. Cuando le ofrecimos la oportunidad de formarse como matrona, su respuesta fue un rotundo “sí”.
Hoy, Fatuma es mucho más que una matrona: es una salvadora de vidas, un faro de esperanza en su comunidad.
En las aldeas más remotas de Etiopía, donde los hospitales son un lujo inalcanzable y las complicaciones durante el parto se llevan vidas cada día, una matrona no es solo una profesional. Es la diferencia entre la vida y la muerte, entre la desesperación y la esperanza.
Las matronas que formamos no solo aprenden técnicas médicas. Aprenden que su trabajo tiene un poder inmenso: el de proteger la vida. Y no hay mayor recompensa que ver a una madre llorar de alegría mientras abraza a su bebé, sabiendo que, de no ser por esa matrona, esa historia habría tenido un final muy distinto.
Una de las escenas que jamás olvidaré ocurrió hace unos meses. En una pequeña cabaña de barro, bajo la luz titilante de una linterna, presencié cómo una de nuestras matronas recién formadas, Adanech, asistía su primer parto. La madre lloraba de dolor, pero también de miedo, porque había perdido dos bebés anteriormente. Cuando por fin el llanto del recién nacido llenó la habitación, todas rompimos a llorar. Fue un llanto de alivio, de triunfo, de vida.
Este proyecto es mucho más que formación. Es devolver la dignidad, es empoderar a mujeres que han vivido demasiado tiempo en la sombra. Es construir un futuro donde las madres no teman dar a luz, donde los niños puedan crecer en los brazos de quienes los aman.
Cada día que pasa confirmo que enseñar a salvar vidas es más poderoso que salvarlas. Porque las semillas que plantamos hoy florecen en miles de manos capaces de transformar su mundo. Estas mujeres son heroínas, y yo tengo el privilegio de caminar a su lado, aprendiendo de su fuerza y su valentía.
A veces me preguntan si no me canso, si no es demasiado. Pero cuando miro los ojos de estas matronas, cuando escucho el primer llanto de un bebé que nace sano, sé que no hay mayor recompensa en la vida que ser parte de este milagro. En el corazón de Etiopía, entre sus montañas y aldeas, se gesta cada día una revolución silenciosa.
Una revolución de amor, esperanza y vida.
Seguimos con más fuerza que nunca!
Un abrazo bien fuerte!
Iñaki Alegría
Gracias por todo el enorme trabajo que hacéis.
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Muy buenos días
Venimos con alegría y buenas noticias
La formación sanitaria en zonas rurales de Etiopía ha demostrado ser un verdadero "superpoder", transformando comunidades y salvando vidas en lugares donde la presencia de pediatras y personal especializado es mínima o inexistente. La clave está en capacitar a agentes de salud comunitarios y personal local, brindándoles herramientas prácticas y conocimientos esenciales para enfrentar emergencias médicas y problemas de salud frecuentes.
Testimonios del éxito de la formación sanitaria
Empoderamiento local
"Antes, en nuestra aldea, dependíamos de los hospitales lejanos para tratar problemas graves como la neumonía en los niños. Ahora, gracias a la formación, hemos aprendido a identificar los síntomas temprano y dar los primeros tratamientos esenciales. Hemos salvado vidas aquí mismo, sin esperar días para el traslado."
– Alima, agente de salud comunitaria.
Reducción de la mortalidad infantil
"Recuerdo a una madre que llegó desesperada porque su bebé tenía fiebre alta y no respiraba bien. Gracias a lo que aprendí en la formación, pude administrar tratamiento inicial y referir al bebé a tiempo. Hoy ese niño está vivo y sano."
– Fatuma, enfermera rural.
Prevención antes que tratamiento
"La educación en higiene, lactancia materna exclusiva y vacunación ha cambiado nuestra comunidad. Ahora las madres saben cómo proteger a sus hijos de enfermedades prevenibles. No solo hemos reducido la mortalidad, sino que hemos fortalecido nuestra salud colectiva."
– Ababa, líder comunitaria.
La formación: un superpoder en acción
La capacitación de agentes de salud comunitaria no solo salva vidas, sino que crea un impacto sostenible a largo plazo. Estas personas se convierten en multiplicadores del conocimiento, llevando prácticas de salud esenciales a rincones donde los recursos médicos son escasos.
Diagnóstico precoz:
Reconocer enfermedades comunes como la neumonía, el sarampión o la malaria antes de que sean mortales.
Intervenciones inmediatas:
Primeros auxilios y estabilización mientras se gestiona una referencia a centros de salud.
Educación comunitaria:
Enseñar hábitos preventivos y derribar mitos sobre la salud.
Una filosofía transformadora
"Hay algo mejor que salvar vidas: enseñar a salvarlas."
Esta frase refleja el poder transformador de la formación sanitaria. En lugar de depender exclusivamente de intervenciones externas, las comunidades se fortalecen, asumen el control de su salud y garantizan un futuro más seguro para sus niños.
En las zonas rurales de Etiopía, donde no hay pediatras, esta estrategia es la diferencia entre la vida y la muerte. La inversión en educación sanitaria es una inversión en esperanza y futuro.
Nos puedes seguir apoyando:
https://www.teaming.net/superpoderes
https://www.migranodearena.org/reto/ayudanos-a-dar-superpoderes-a-las-agentes-de-salud-comunitaria-rurales-en-etiopia
«Hay algo mejor que salvar vidas: enseñar a salvarlas.»
«Empoderar para cuidar, formar para salvar.»
«La educación sanitaria es el antídoto contra la desigualdad.»
Muchas muchas gracias de todo corazón
Un abrazo bien fuerte
Iñaki Alegría
«Formar hoy para salvar mañana.»
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Muy buenos días queridas y queridos Teamers
Ayúdanos a dar superpoderes a las agentes de salud comunitaria rurales en Etiopía
Hay algo mejor que salvar vidas, enseñar a salvarlas.
Únete a Nuestro Grupo TEaming
https://www.teaming.net/superpoderes
Salud y Vida Para Todas en Etiopía
En las zonas rurales de Etiopía, los menores de 5 años siguen muriendo de enfermedades prevenibles y tratables.
La falta de acceso a diagnóstico, manejo y tratamiento adecuado es la causa principal de estas muertes.
Pero juntos, podemos cambiar esta realidad.
Nuestra misión es clara:
Formar a las agentes de salud comunitaria en las zonas rurales para que puedan identificar, diagnosticar y tratar las principales causas de muerte en niños menores de 5 años, como desnutrición aguda, neumonía, bronquitis, malaria, tuberculosis, meningitis, diarrea y deshidratación.
Garantizar que cada niño tenga acceso a un tratamiento adecuado y a tiempo, porque cada vida cuenta.
¿Por qué es importante esta formación?
En las zonas rurales de Etiopía, muchas familias no tienen acceso a centros de salud. Las agentes de salud comunitaria son las primeras en llegar a las casas, pero no siempre tienen los conocimientos ni los recursos para ofrecer un diagnóstico o tratamiento correcto.
La educación y la formación pueden salvar vidas. Si formamos a las agentes de salud, no solo estamos brindando herramientas a las comunidades, sino también empoderando a las mujeres y creando un cambio sostenible.
¿Cómo puedes ayudar?
Con tu donación, podemos formar a las agentes de salud, proporcionándoles los recursos educativos, herramientas diagnósticas y el equipo necesario para salvar vidas.
Con tu apoyo, podremos llegar a más comunidades, llevando educación sanitaria, acceso a atención médica y, lo más importante, esperanza para el futuro.
Tu donación hace la diferencia.
Con tu ayuda, más niños podrán crecer, vivir y prosperar. Porque hay algo mejor que salvar vidas, enseñar a salvarlas.
Haz tu donación hoy y únete a nosotros en esta misión. Juntos podemos transformar el futuro de miles de niños en Etiopía.
¡Salud y Vida Para Todas!
Un fuerte abrazo
Iñaki Alegría
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FELIZ AÑO NUEVO
Muy buenos días queridas y queridos Teamers!
Mis Deseos para las Personas
No le pido nada al año nuevo; mis deseos son para las personas:
Que juntos construyamos un mundo donde la paz sea el idioma universal,
el respeto nuestra bandera,
y la humanidad, el lazo que nos une.
Que la salud no sea un privilegio,
sino un derecho accesible para todos,
sin barreras ni discriminación.
por el amor y la dignidad que merecen todas las personas.
Un abrazo fuerte,
de esos que iluminan corazones y encienden caminos.
¡Adelante, con esperanza y amor!
Iñaki
Con Alegría
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✨ ¡Descubre "Alegría en Etiopía, una vida marcada por la compasión y el entusiamo" y déjate inspirar! ✨
En esta cautivadora novela, el autor, el pediatra y coordinador médico del Hospital General Rural de Gambo, comparte con el lector sus reflexiones derivadas de las experiencias diarias en el hospital. Tras agotadoras jornadas laborales, plasma en el papel las diversas caras, edades, circunstancias y enfermedades que encuentra, tratando a cada persona con respeto, profesionalismo y dedicación. El relato destaca el trabajo de un equipo comprometido en brindar atención con alegría y eficacia, reflejo de una profunda motivación y entrega.
A lo largo de esta conmovedora obra, el lector se sumerge en una realidad a menudo silenciada u olvidada, que nos resulta desconocida y, en muchos casos, injustamente ajena. La ambulancia impulsada por un burro, las camas compartidas entre pacientes y las limitaciones en suministro eléctrico y oxígeno son ejemplos de las dificultades cotidianas que enfrenta este equipo profesional. Sorprendentemente, estas adversidades no disminuyen su energía ni su determinación para luchar diariamente por la salud de los habitantes de Gambo. La esperanza que prevalece en el hospital se convierte en una fuente de energía aún más poderosa que el generador de electricidad a base de carburante utilizado para obtener luz.
La obra revela una forma de cooperación que va más allá del paternalismo, expresándose como una relación «de igual a igual, de tú a tú». Además, nos recuerda principios fundamentales que los médicos no deben perder de vista: la humanización inherente a la medicina, la responsabilidad del estudio como compromiso con los pacientes, cuya salud depende en gran medida de los conocimientos médicos; y el acto médico entendido como un acto de amor hacia quienes sufren.
Iñaki Alegría busca rendir homenaje a sus colegas hospitalarios con esta impactante novela, destacando la labor admirable que realizan, mientras invita a los lectores a unirse a esta transformadora experiencia, modificando nuestra perspectiva y nuestros corazones.
El hillo conductor del libro, al igual que la vida del autor, es la compasión y el entusiasmo. Valores que forjan el camino que da sentido a sula vida en la entrega al prójimo
"Alegría en Etiopía" no es solo un testimonio de trabajo humanitario, sino una celebración de la humanidad compartida, la resiliencia y la capacidad del amor para superar cualquier barrera. Iñaki transmite un mensaje esperanzador: incluso en los contextos más difíciles, siempre hay lugar para la alegría, la solidaridad y la transformación positiva.
Es un libro inspirador que conecta al lector con la esencia de la labor humanitaria y la importancia de la empatía en el día a día.
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Teaming Manager
le 10/09/2025 à 19:13h