Nel sud dell'Etiopia, in una regione rurale con pochissime risorse economiche, c'è l'ospedale Gambo, un ospedale missionario che offre assistenza sanitaria a tutti gli abitanti della regione e riceve anche le persone più povere da zone remote. Uno degli ospedali più economici del paese. La popolazione soffre di grave malnutrizione, disidratazione, malaria, tubercolosi, AIDS, polmonite, meningite e i bambini sono la popolazione più vulnerabile e colpita.
En Etiopía, el 52% de los niños menores de 5 años están moderadamente o severamente malnutridos. Este proyecto permitirá asumir los costes de ingreso y tratamiento de los niños con desnutrición severa siguiendo los protocolos establecidos por UNICEF y OMS (Organización Mundial de la Salud). Un ejemplo: una niña de 2 años y un mes de vida. 6 quilos y 100 gramos de peso. 76 centímetros de los pies a la cabeza. Perímetro braquial de 9 centímetros. Su peso es <60% del que debería tener.
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09/07/2013
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Muy buenos días queridas y queridos Teamers!
hoy os comparto una bonita historia que hemos vivido en Gambo.
Meklit vuelve a sonreír
En el hospital rural, entre el silencio de los eucaliptos y el eco de los gallos, los primeros llantos del día se confundían con los rezos de las madres. Era un amanecer más, otro día de lucha contra lo imposible.
Ese día, a media mañana, una mujer apareció por el camino de tierra. Venía descalza, con el rostro agrietado por el sol y los pies cubiertos de polvo. Llevaba en brazos un pequeño cuerpo envuelto en una manta descolorida. No caminaba, avanzaba como quien huye del abismo.
Su hija, Meklit, no pesaba más que un suspiro. Tenía tres años, pero el hambre la había encogido hasta el tamaño de un recuerdo. Sus ojos, grandes y hundidos, miraban sin mirar. Su piel, pegada al hueso, parecía transparente. Cada respiración era una batalla, cada segundo un milagro.
Cuando entraron al hospital, el silencio se hizo más pesado. Las enfermeras corrieron. La tomé en mis brazos con la delicadeza con que se sostiene una llama que se apaga. No había tiempo.
—Desnutrición severa —dijo en voz baja, mirando a su equipo—. Pero mientras respire, lucharemos.
La ingresaron en la sala de nutrición terapéutica. Allí dormían otros niños, todos ellos al borde del olvido. Las madres se sentaban junto a las camas, sin lágrimas, porque ya las habían agotado en el camino.
Los primeros días fueron una agonía. Meklit no podía tragar. Rechazaba la leche, la tosía, la vomitaba. Su cuerpo, acostumbrado a la nada, se resistía a recibir alimento. Su madre pasaba las noches en vela, susurrándole oraciones en amárico, acariciando su frente.
—Ayk’fatam, enatē, no te vayas, hija mía —decía—. No te vayas todavía.
Pasaba cada noche, descalzo para no despertar a los niños. Me detenía junto a Meklit y la miraba en silencio. Sabía lo que estaba en juego. Había visto morir a muchos. Demasiados. Pero también había visto renacer a algunos.
El cuarto día fue el peor. Meklit se quedó inmóvil. La respiración se hizo tan débil que parecía haberse rendido. La madre gritó su nombre.
—¡Meklit! ¡Meklit!
A partir de ese día, cada hora fue una victoria. Primero un sorbo. Luego una sonrisa. Después un paso.+
Su cuerpo comenzó a llenarse otra vez de luz. Sus mejillas recuperaron el color de la tierra viva. Los ojos, el brillo de la infancia. La sala entera se contagió de su resurrección.
Cuando Meklit empezó a caminar, los otros niños la siguieron, tambaleantes. Era como si el hambre retrocediera ante ella.
Su madre, que había llegado al hospital con un cuerpo vencido, ahora reía. Reía con una risa que parecía venir del fondo del alma.
—Dios te ha devuelto a la vida —le decía cada mañana—. Ahora tienes que vivir por todos los que no pudieron.
El día del alta, Meklit vestía un vestido amarillo que alguien había donado. Le quedaba grande, pero ella lo llevaba con dignidad de reina. Caminó por el pasillo despacio, saludando con su mano diminuta a cada enfermera, a cada niño.
Su madre se detuvo frente al doctor. Las lágrimas le nublaban la vista.
—Gracias —dijo—. No solo la salvaste a ella. Me salvaste a mí.
Le sonreí con los ojos húmedos:
—Fue ella quien luchó. Nosotros solo creímos con ella.
Y así, Meklit salió del hospital, de la mano de su madre, hacia el mismo camino de tierra por el que había llegado. Pero ya no era la misma. Caminaba firme, con el viento jugando en su pelo, con la vida brillando en sus ojos.
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FELIZ AÑO NUEVO
Muy buenos días queridas y queridos Teamers!
Mis Deseos para las Personas
No le pido nada al año nuevo; mis deseos son para las personas:
Que juntos construyamos un mundo donde la paz sea el idioma universal,
el respeto nuestra bandera,
y la humanidad, el lazo que nos une.
Que la salud no sea un privilegio,
sino un derecho accesible para todos,
sin barreras ni discriminación.
por el amor y la dignidad que merecen todas las personas.
Un abrazo fuerte,
de esos que iluminan corazones y encienden caminos.
¡Adelante, con esperanza y amor!
Iñaki
Con Alegría
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✨ ¡Descubre "Alegría en Etiopía, una vida marcada por la compasión y el entusiamo" y déjate inspirar! ✨
En esta cautivadora novela, el autor, el pediatra y coordinador médico del Hospital General Rural de Gambo, comparte con el lector sus reflexiones derivadas de las experiencias diarias en el hospital. Tras agotadoras jornadas laborales, plasma en el papel las diversas caras, edades, circunstancias y enfermedades que encuentra, tratando a cada persona con respeto, profesionalismo y dedicación. El relato destaca el trabajo de un equipo comprometido en brindar atención con alegría y eficacia, reflejo de una profunda motivación y entrega.
A lo largo de esta conmovedora obra, el lector se sumerge en una realidad a menudo silenciada u olvidada, que nos resulta desconocida y, en muchos casos, injustamente ajena. La ambulancia impulsada por un burro, las camas compartidas entre pacientes y las limitaciones en suministro eléctrico y oxígeno son ejemplos de las dificultades cotidianas que enfrenta este equipo profesional. Sorprendentemente, estas adversidades no disminuyen su energía ni su determinación para luchar diariamente por la salud de los habitantes de Gambo. La esperanza que prevalece en el hospital se convierte en una fuente de energía aún más poderosa que el generador de electricidad a base de carburante utilizado para obtener luz.
La obra revela una forma de cooperación que va más allá del paternalismo, expresándose como una relación «de igual a igual, de tú a tú». Además, nos recuerda principios fundamentales que los médicos no deben perder de vista: la humanización inherente a la medicina, la responsabilidad del estudio como compromiso con los pacientes, cuya salud depende en gran medida de los conocimientos médicos; y el acto médico entendido como un acto de amor hacia quienes sufren.
Iñaki Alegría busca rendir homenaje a sus colegas hospitalarios con esta impactante novela, destacando la labor admirable que realizan, mientras invita a los lectores a unirse a esta transformadora experiencia, modificando nuestra perspectiva y nuestros corazones.
El hillo conductor del libro, al igual que la vida del autor, es la compasión y el entusiasmo. Valores que forjan el camino que da sentido a sula vida en la entrega al prójimo
"Alegría en Etiopía" no es solo un testimonio de trabajo humanitario, sino una celebración de la humanidad compartida, la resiliencia y la capacidad del amor para superar cualquier barrera. Iñaki transmite un mensaje esperanzador: incluso en los contextos más difíciles, siempre hay lugar para la alegría, la solidaridad y la transformación positiva.
Es un libro inspirador que conecta al lector con la esencia de la labor humanitaria y la importancia de la empatía en el día a día.
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Data di pubblicazione
09/07/2013
Tipo di gruppo
ONG
Settore:
Bambini e ragazzi
Cooperazione internazionale
Immigrazione
Paese:
Spagna
Regione:
Barcelona