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Bea Lucero
Bea Lucero, Teaming Manager, il 31/08/2016  alle 01:06h

Informe del curso escolar 2015



En Sudáfrica el curso escolar comienza en Enero, tras las vacaciones de Navidad, que son las más largas del año (como las de verano en España). A mediados de Enero, vuelta a la rutina. Las maestras, Tamara y Lungi, tras su merecido descanso vuelven con entusiasmo a recibir a los niños. Diez de los antiguos vuelven y algunos nuevos se unen al grupo. Otros comienzan la primaria y otros... ¿Tal vez se han olvidado? Las maestras piden a los niños mayores que vayan a buscar a los que faltan y hablan con las familias para recordarles que ya han vuelto a abrir la escuela. Al principio, cuesta. Todos sabemos lo bien que se está de vacaciones. Los niños comparten entre ellos sus vivencias durante las navidades: unos han ido a visitar a su familia a Eastern Cape (zona rural de donde provienen la mayoría de ellos), otros, sin embargo, se han quedado en Masiphumelele disfrutando del ambiente tranquilo que reina en estas fechas, disfrutando de la playa y del buen tiempo. ¡Es verano!



Lungi se ocupa de los más pequeños. Soso (2 años) y Thato (1 añito) se acaban de unir al grupo. Y necesitarán tiempo para coger confianza, aunque con un grupo tan alegre y tantos coranzoncitos con ganas de ayudar y cuidar, todo es más fácil.

Tamara se encarga de los mayores del grupo. Cantan y dan los buenos días por la mañana. Después del juego libre, continúan con la pre-escritura y lectura y les cuenta cuentos antes de volver a casa. Algunos días les lleva al parque cercano y otros a la biblioteca comunitaria.

MasiCorp sigue ofreciendo su ayuda a las escuelitas de la comunidad con paquetes de arroz cada semana. Tamara cocina porridge por las mañanas, y arroz para comer, a los niños que no traen su comida. Llega la hora de la siesta. Necesitamos descansar para asimilar todo lo ocurrido en el día. Tras recargar fuerzas, nos vamos a casa a merendar y a jugar a la calle con hermanos, amigos y vecinos.



Así pasan los días en “Home-School Extend the Brightness”, desde los ojos de los niños. La realidad es algo más dura: Tamara y Lungi luchan cada día por sacar adelante el proyecto. Las familias de los niños que acuden a la escuela, tienen situaciones difíciles y apenas dos o tres familias pueden afrontar la cuota. Con estos pocos ingresos que reciben, les cuesta mucho hacer frente a los gastos: alquiler, luz, comida, material.... ¡Por lo que no hablemos de un sueldo para las maestras! Desde que comenzaron, hacen todo de manera totalmente altruista. Ellas creen en su proyecto y en la necesidad de atender a estos niños. ¡Qué gran acto de amor y generosidad! Gracias.



En Marzo, comienzan los problemas. El dueño quiere vender la choza. Ese espacio que tanto nos había costado arreglar y acondicionar para que fuera lo más confortable para los niños. El equipo comenta la posibilidad de comprarlo, pero el presupuesto es insuficiente. Finalmente, el dueño encuentra comprador y nos pide que abandonemos la escuelita. Tras unas semanas atendiendo a los niños en la propia casa de la maestra, por fin encontramos un espacio mejor. Más amplio (los bebés estarán felices con más espacio para gatear), más acorde a las necesidades, pero también más caro. Resulta complicado pagar cada mes el alquiler, sin tener ingresos. Son muy inestables, pues las familias que aportan, un mes pueden y tres no. El nuevo dueño es comprensivo y nos permite pagar con retraso. Pero no deja de ser estresante. Entre tanto, a Lungi le surge una oferta de trabajo que no puede rechazar y se ve obligada a dejar el proyecto.



Pronto llegó el invierno, y el calor de verano dejó paso al frío, y los fuertes vientos en Ciudad del Cabo. Hubo largos cortes de luz, horas incluso días. Resultaba muy difícil mantener la escuela caliente y no podíamos cocinar. Tampoco teníamos agua caliente o la posibilidad de hacer un simple café o té. Fueron días muy complicados. Tamara decidió comprar una estufa de parafina (bastante cara) para poder calentar la escuela y cocinaba la comida en su casa para poder ofrecérsela a los niños.



Durante la temporada de lluvias, ya no pudimos continuar allí en aquellas condiciones, por lo que la maestra cogió a los niños y los tuvo en su casa. Más calentita pero bastante más pequeña. Allí el espacio era muy limitado. Con todos los niños y la familia de Tamara se hacía difícil. Su marido trabaja de noche y necesita descansar por el día, pero con los niños allí, imposible.



Actualmente siguen en la casa de Tamara como pueden. Ella ha encontrado otro espacio adecuado pero el problema es el de siempre: cómo afrontar los gastos sin recibir ingresos. Además, le está resultando complicado encontrar compañera que quiera compartir el proyecto con ella. Normalmente, la gente se ofrece voluntaria, pero a las pocas semanas o meses, al encontrar un trabajo remunerado, abandonan. Ella realmente necesita otra maestra con la que trabajar, pues está asistiendo a la formación de maestros Waldorf que son dos días en semana. Lucha y lucha por mantener el proyecto, pero su formación también es muy importante para su futuro. Ha sido un gran esfuerzo tanto económico como personal el sacar la formación, la escuelita y su familia adelante. ¡Eres una gran luchadora Tamara! Su sueño es poder construir una escuela en condiciones donde las familias que no puedan permitírselo, tengan la opción de darles una mejor educación y atención, y para esto necesita ayuda. Todos sabemos lo vital que es la educación y la importancia de la primera infancia. ¿Quién se suma a su sueño?

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