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Varios de los grandes de la manada, reunidos como en tertulia nos valen para ilustrar lo sencillo que puede ser que perros con gran fuerza física y grandes mandíbulas, puedan llevar una vida de hermandad y compañerismo sólo por el hecho de no tener que luchar por la comida, ni pelear por ser el número 1. Vivir tranquilos bajo el liderazgo de los humanos hace posible una convivencia feliz, casi sin sobresaltos más que pequeñas reyertas, más bien protagonizadas por las hembras, que son las que se afectan más emocionalmente que por los machos aunque sean poderosos y dominantes.
Lo que suele producir problemas en las mandas es más bien la inseguridad e inestabilidad de alguno de sus miembros, que el poderío de cualquiera de ellos.